Del 2 al 7 de septiembre se celebró en La Haya el quinto congreso de
la Asociación Internacional de los Trabajadores; los seguidores de
Marx expulsaron a Mijáil Bakunin y a James Guillaume, máximos
exponentes del ala antiautoritaria. La reacción de las secciones
libertarias no se hace esperar y, una semana después, los días 15 y 16
de septiembre se reunieron en Saint-Imier (Suiza) delegados de España
(Alerini, Farga Pellicer, Marselau y Morago), Estados Unidos
(Lefrançais), Francia (Camet y Pindy), Italia (Bakunin, Cafiero, Costa,
Fanelli, Malatesta y Nabruzzi) y Suiza (Guillaume y Schwitzguébel). En
este Congreso se establece la continuidad de la Internacional con
parámetros libertarios. Se aprueban por unanimidad varias resoluciones.
Quizá la más importante (debida seguramente a Bakunin) es la tercera,
en la que se sientan las bases del movimiento obrero anarquista
Primera resolución: Actitud de las federaciones reunidas en
Saint-Imier ante las resoluciones del Congreso de La Haya y del Consejo
General
Considerando que la autonomía y la independencia de las federaciones y
las secciones obreras son la primera condición para la emancipación de
los trabajadores;
Que todo poder legislativo y reglamentario acordado en los congresos será una negación flagrante de esta autonomía y de esta libertad;
El Congreso niega en principio el derecho legislativo de todos los
congresos, tanto generales como regionales, no reconociéndoles otra
misión que la de representar las aspiraciones, deseos e ideas del
proletariado de las diferentes localidades o países, con el fín de que,
en lo posible, se consiga su armonización y su unificación; pero en
ningún caso la mayoría de un congreso cualquiera podrá imponer sus
resoluciones a la minoría.
Considerando, por otra parte, que la institución de un consejo
general en la Internacional es, indefectiblemente y por su misma
naturaleza, empujado a representar una violación permanente de esta
libertad que debe ser la base fundamental de nuestra gran Asociación;
Considerando que los actos del Consejo General de Londres que se acaba de disolver son la prueba evidente, durante estos tres últimos años, del vicio inherente a esta institución;
Que, para aumentar su poder inicialmente mínimo, ha recurrido a
intrigas, mentiras, a las calumnias más infames para difamar a todos los
que le han combatido;
Que, para llegar al logro final de sus objetivos, lleva mucho tiempo
preparando el Congreso de La Haya, en el que la mayoría, organizada
artificialmente, no ha tenido otro objetivo evidente que el de hacer
triunfar en la Internacional el dominio de un partido autoritario, y
que, para alcanzar este objetivo, no ha dudado en pisotear toda decencia
y toda justicia;
Que tal Congreso no puede ser la expresión del proletariado de los países a los que representa;
El Congreso de delegados de las federaciones española, italiana,
jurasiana, americana y francesa, reunido en Sain-Imier, declara rechazar
tajantemente todas las resoluciones del Congreso de La Haya, no
reconociendo en modo alguno los poderes del nuevo Consejo General
nombrado allí; y para salvaguardar sus federaciones respectivas contra
las pretensiones gubernamentales de ese Consejo General, así como para
fortalecer de ahora en adelante la unidad de la Internacional, los
delegados han sentado las bases de un proyecto de pacto de solidaridad
entre las federaciones.
Segunda resolución: Pacto de amistad, solidaridad y defensamutua entre las federaciones libres
Considerando que la gran unión de la Internacional está fundada no
sobre la organización artificial y siempre perjudicial de un poder
centralizador cualquiera, sino sobre la identidad real de los intereses y
aspiraciones del proletariado de todos los países, por un lado, y
sobre la federación espontánea y completamente libre de las
federaciones y secciones libres de todos los países, por el otro;
Considerando que en el seno de la Internacional existe una tendenci,
claramente manifestada en el Congreso de La Haya por el partido
autoritario, que es el del comunismo alemán, de sustituir el libre
desarrollo y la organización libre y espontánea del proletariado por la
dominación y el poder de sus jefes;
Considerando que la mayoría del Congreso de La Haya ha sacrificado
cínicamente, en aras de los objetivos ambiciosos de su partido y de sus
jefes, todos los principios de la Internacional, y que el recién
nombrado Consejo General, investido de poderes todavía mayores de los
que quiso arrogarse en la Conferencia de Londres, amenaza con destruir
la unidad de la Internacional atentando contra su libertad;
Los delegados de las federaciones y secciones españolas, italianas,
jurasianas, francesas y americanas reunidos en este Congreso han
resuelto, en nombre de sus federaciones y secciones, pendiente de su
aceptación y confirmación definitivas, el pacto de amistad, de
solidaridad y de defensa mutua siguiente:
1.- Las federaciones y secciones españolas, italianas, francesas,
jurasianas, americanas y todos los que se quieran adherirse a este
pacto, tendrán entre ellas comunicación y correspondencia regular y
directa, independiente de cualquier control autoritario;
2.- Si una de estas federaciones o secciones es atacada en su
libertad, sea por la mayoría de un Congreso general, sea por el Gobierno
o un Consejo General creado por esta mayoría, las demás federaciones y
secciones se proclamarán absolutamente solidarias con ella.
Proclaman que la conclusión de este pacto tiene como objetivo
principal la salvación de esta gran unión de la Internacional, que la
ambición del partido autoritario ha puesto en peligro.
Tercera resolución: Naturaleza de la acción política del proletariado
Considerando:
Que querer imponer al proletariado una línea de conducta o un
programa político uniforme, como la única vía que pueda conducirlo a su
emancipación social, es una pretensión tan absurda como reaccionaria;
Que nadie tiene derecho a privar a las secciones y federaciones
autónomas el derecho irrefutable a dirigirse por sí mismas y seguir la
línea de conducta política que crean la mejor, y que toda tentativa
similar conduciría fatalmente al más repugnante dogmatismo;
Que las aspiraciones del proletariado no pueden tener otro objetivo
que el establecimiento de organizaciones y federaciones económicas
absolutamente libres, fundadas sobre el trabajo y la igualdad de todos y
absolutamente independientes de todo gobierno político, y que estas
organizaciones y federaciones no pueden ser otra cosa que el resultado
de la acción espontánea del proletariado, de las organizaciones de
oficio y de los municipios autónomos;
Que toda organización política no puede ser otra cosa que la
organización del dominio en beneficio de una clase y en detrimento de
las masas, y que el proletariado, si quisiera apoderarse del poder, se
convertiría en una clase dominante y explotadora.
El congreso reunido en Saint-Imier declara:
1.- Que la destrucción de todo poder político es el primer deber del proletariado;
2.- Que toda organización de un poder político llamado provisional y
revolucionario para llevar a esa destrucción no puede ser otra cosa que
un engaño más, y sería tan peligroso para el proletariado como todos
los gobiernos existentes en la actualidad;
3.- Que rechazando todo compromiso para llegar a la realización de la
revolución social, los proletarios de todos los países deben
establecer, fuera de toda política burguesa, la solidaridad de la
acción revolucionaria.
Cuarta resolución: Organización de la resistencia del trabajo – estadística
La libertad y el trabajo son la base de la moral, de la fuerza, de la
vida y de la riqueza del porvenir. Pero el trabajo, si no está
libremente organizado, se convierte en opresivo e improductivo para el
trabajador; por ello la organización del trabajo es la condición
indispensable de la verdadera y completa emancipación del trabajador.
No obstante, el trabajo no se puede ejercer libremente sin la
posesión de las materias primas y de todo el capital social, y no se
puede organizar si el obrero, emancipándose de la tiranía política y
económica, no conquista el derecho al desarrollo completo de todas sus
facultades. Todo Estado, es decir, todo gobierno y toda administración
de las masas populares, de arriba abajo, fundado necesariamente sobre la
burocracia, los ejércitos, el espionaje, el clero, no podrá jamás
establecer una sociedad organizada sobre el trabajo y la justicia, ya
que por la propia naturaleza de su organismo está inevitablemente
forzado a oprimir por aquí y negar por allá.
Creemos que el obrero no podrá emanciparse nunca de esta opresión
secular si no sustituye ese cuerpo absorbente y desmorarilador por la
libre federación de todos los grupos productores, fundada en la
solidaridad y en la igualdad.
En efecto, en numerosos lugares se ha intentado organizar el trabajo
para mejorar las condiciones del proletariado, pero la mínima mejora ha
sido asimilada con rapidez por la clase privilegiada que intenta
continuamente, sin freno y sin límite, explotar a la clase obrera. No
obstante, las ventajas de esta organización son tales que, incluso en el
estado actual de las cosas, no se podría renunciar a ella. Contribuye a
la confraternización progresiva del proletariado en su comunidad de
intereses, participa en la vida colectiva, preparándolo para la lucha
suprema. Además, la organización libre y espontánea del trabajo es la
que debe sustituir al organismo privilegiado y autoritario del Estado
político, y será, una vez establecida, la garantía permanente del
mantenimiento del organismo económico contra el organismo político.
En consecuencia, dejando a la práctica de la revolución social los
detalles de la organización positiva, pretendemos organizar y consolidar
la resistencia a gran escala. La huelga es para nosotros un medio de
lucha precioso, pero no nos hacemos ilusiones sobre sus resultados
económicos. La aceptamos como producto del antagonismo entre trabajo y
capital, teniendo necesariamente como consecuencia hacer a los obreros
cada vez más conscientes del abismo existente entre la burguesía y el
proletariado, fortificar la organización de los trabajadores y preparar
al proletariado, con sencillas luchas económicas, para la gran lucha
revolucionaria y definitiva que, destruyendo todo privilegio y toda
distinción de clase, dará al obrero el derecho a disfrutar el producto
íntegro de su trabajo, y por ello los medios para desarrollar en la
colectividad toda su fuerza intelectual, material y moral.
La Comisión propone al Congreso nombrar una comisión que deberá
presentar en el próximo congreso un proyecto de organización universal
de la resistencia, y tablas completas de la estadística del trabajo en
las que saldrá a la luz esta lucha. Se recomienda a la organización
española como la mejor hasta ahora.
(Germinal. Revista de Estudios Libertarios 1, abril 2007)