martes, 28 de agosto de 2007

Paremos el maltrato que sufren los menores... La represión no es la solucion.


Desde Jovenes anarcosindicalistas denunciamos los castigos, y la represion en los centros de menores, asi como apoyaremos las iniciativas de denuncias sobre estos sistemas represivos.
Nuestra alternativa es libertaria y anarcosindicalista, es por ello que se debe basar en los principios de libertad, igualdad y fraternidad.
Contra toda autoridad
Jovenes anarcosindicalistas.

¿QUÉ PASA EN LOS CENTROS DE LA FUNDACIÓN INTERNACIONAL O´BELÉN?

Los llamados Centros Terapéuticos de menores son centros
especializados en la atención a menores de 12 a 18 años
aproximadamente que presentan un trastorno de conducta. Están
incluidos en la red del sistema de protección de menores de las
distintas comunidades autónomas (aunque en ocasiones se interne en ellos a
menores infractores). Con un régimen de internamiento
semiabierto, en estos Centros un equipo multidisciplinar de
profesionales de distintos ámbitos de lo social y relacionados con
la educación velan por el bienestar del menor y por su futuro,
paliando sus carencias afectivas y ofreciendo un entorno estable y
ajustado a las necesidades del menor con el fin de lograr la
recuperación psicosocial de éste, favoreciendo su crecimiento
adecuado y lograr así su plena integración social. Hasta aquí la
versión oficial, pero por desgracia esto solo es así en los papeles.

En la práctica, la situación es muy distinta. Para empezar, muchos
de los educadores e incluso de los miembros del equipo directivo no
han pisado nunca la universidad, careciendo de la mínima formación
necesaria para desarrollar la labor que se les ha encomendado. Los
menores, que son internados contra su voluntad en régimen
semiabierto (que nosotros preferimos llamar ‘semicerrado’), sufren
un régimen netamente carcelario. La normativa interna es la misma
que la de los centros de reforma, incluyendo penas de aislamiento de
hasta siete días, eufemísticamente llamadas “separación de grupo”.

Sus derechos son pisoteados constantemente. Estos menores deben
ganarse el derecho de asistir al instituto, “privilegio” que en
cualquier momento puede ser retirado por decisión del director del
Centro (por supuesto, ningún profesor ni orientador acude al Centro
para impartir clases a los “no privilegiados”, que no reciben ningún
tipo de formación reglada).

Tampoco existe la intimidad; la correspondencia es abierta y leída
por el equipo educativo y cuando se estima oportuno no se le entrega
al menor, y las llamadas telefónicas son supervisadas y pueden ser
interrumpidas por el educador. Los permisos y las visitas, además de
estar muy restringidas, pueden ser canceladas a voluntad de
dirección.

Se realizan registros con desnudo integral, generalmente como forma
añadida de castigar y humillar al menor (a veces son obligados a
hacer flexiones o a saltar en cuclillas mientras están desnudos,
ocasionalmente en presencia de otros menores además del personal del
Centro, que en ocasiones no es del mismo sexo que el menor).

El castigo físico está a la orden del día, por ejemplo obligando a
los menores a realizar ejercicio físico hasta la extenuación. Otros
castigos vejatorios se esconden bajo las llamadas “medidas
educativas creativas”, que consisten en las ocurrencias del educador
de turno (por ejemplo atar la mano de un menor a la de otro para que
“aprendan a convivir”). Los castigos colectivos son igualmente algo
cotidiano.

Las agresiones físicas también están presentes, justificadas a través de la
“contención física” (obviamente, ningún médico revisa a los niños
tras estos violentos episodios). La coacción, las amenazas, los
gritos, los insultos y demás agresiones verbales son recursos
“educativos” utilizados diariamente.

En muchos de estos Centros se abusa constantemente de psicofármacos,
especialmente tranquilizantes, siendo una medicación forzosa a la
que no pueden negarse los menores. Incluso en ciertos Centros los
educadores disuelven tranquilizantes en la comida, sin supervisión
ni prescripción médica alguna y sin informar de ello a los menores,
para que “no molesten”. La medicación psiquiátrica también se
utiliza como forma de castigo o como medida de coacción.

A todo esto, hay que añadir unas deficiencias materiales muy graves,
como falta de agua caliente y calefacción durante largos periodos,
mobiliario insuficiente y en mal estado, malos olores constantes y
falta de ventilación, una deficiente alimentación tanto en calidad
como en cantidad, etc. (no olvidemos que el fin último y no
declarado de las “asociaciones” que gestionan estos centros no es
otro que el lucro económico).

Toda esta enfermiza situación se ve agravada ante la corta edad de
algunos menores, ya que en los Centros terapéuticos se está
empezando a internar incluso a niños de menos de 10 años. Los
menores que terminan en este infierno proceden, en su mayoría, de la
marginación y la exclusión social. Pero, en cualquier caso, todos
presentan una historia de vida muy similar: abandono afectivo,
negligencias continuas y malos tratos físicos y psicológicos en el
ámbito familiar. Así pues, estos niños maltratados desde la cuna, no
reciben del sistema de protección de menores más que su
institucionalización, la privación de libertad y más malos tratos.

Desgraciadamente, este tipo de Centros están proliferando cada vez
más en los últimos años, siendo ya varias las supuestas ONGs que los
gestionan, aunque la abanderada de este tipo de “intervención
social” sigue siendo la Fundación Internacional O´Belen, con su
presidente Emilio Pinto Rodríguez a la cabeza. Algunos de sus
centros son “Casa Joven Juan Carlos I” (Azuqueca de Henares), “La
Jarosa” (Madrid), “El Picón” (Paracuellos del Jarama), “Nuestra
Señora de La Paz” (Cuenca), Montefiz (Ourense), El Cigarral (Toledo),
Vinaroz (Castellon), Baix Binalopo (Valencia), Cango-Laroconte y Nagal
(Tenerife).

¿QUÉ PRETENDEMOS?

Ante esta dramática y desconocida situación, un grupo de personas
nos hemos juntado para denunciarlo. Algunos trabajamos con menores,
otros somos chavales que sufrimos o hemos sufrido los centros y el
resto somos gente solidaria que no quiere permitir que sigan los
malos tratos. Exigimos, tanto en los Centros Terapéuticos como en
los Centros de Reforma, lo siguiente:

• NO A LAS PENAS DE AISLAMIENTO. Debido a su nulo valor pedagógico y
a que suponen un riesgo para la integridad física y psicológica del
menor, estamos convencidos de que no es sino una forma de tortura.
De hecho, las penas de aislamiento en menores de edad están
tajantemente prohibidas por Naciones Unidas desde 1990.
• NO A LA MEDICACIÓN FORZOSA. Los psicofármacos utilizados están
pensados para ser empleados por breves periodos de tiempo o en
momentos de crisis, no de forma crónica. Están dañando el sistema
nervioso de los menores y creando dependencia.
• NO MÁS AGRESIONES, NI FÍSICAS NI VERBALES. Los menores deben ser
tratados sin violencia y desde el respeto a su persona.
• ESCOLARIZACIÓN DE TODOS LOS MENORES. La educación es un derecho
básico garantizado por ley y una necesidad de cara a la integración
social de los menores.

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